"tuve mala suerte..."
La frase muy trillada, por cierto, tuve mala suerte es una excusa...
Si te has decidido a construir tu felicidad diaria con tus propias fuerzas y ser tu propio maestro y entrenador, debes estar alerta siempre ante adjudicaciones de culpa. Éstas nos impiden aprender de una derrota.
Para decirlo con más claridad: en la autoenseñanza no existe ni culpa, ni expiación. Nadie -ni otraagente, ni la famosa mala suerte- puede ayudarte a transformar un fracaso en éxito. Apelar a ellos no es más que un intento de liberarte de la responsabilidad de ti mismo.
"Tuve mala suerte" es la más barata de las excusas por no haberte esforzado lo suficiente...
¿Porqué esta vez sí he de lograrlo?
Muy sencillo: porque de cada intento fracasado se aprende lo que hice mal. Hasta que ya no cometa errores.
Depende únicamente de nosotros mismos si lo que aprendemos de los errores cometidos es buscar pretextos más elaborados o aprendemos a encontrar cada vez mejores soluciones para, finalmente, llegar a la meta.
Observa, sin embargo -siendo tu propio entrenador-, cómo te comportas en cada fracaso. Existen distintas posibilidades:
- Dices "una vez tuve mala suerte"
- Te sientes furioso contigo y te maldices.
- Buscas culpables.
- Buscas consuelo y comprensión en la autocompasión.
- Te comparas con otros que han logrado lo que tu no puedes lograr y aceptas que la otra persona evidentemente es mejor.
- Te comparas con otros fracasados y te consuelas con que ellos son mucho peor que tú.
Todas estas reacciones son excusas que aminoran tu autoconciencia en vez de fotalecerla. Tú no te acerrcas ni un paso hacia el logro de tus metas. Todo lo contrario, te hacen retroceder. Son pretextos en vez de motivación para hacerte mejor.
Esto debes de tenerlo muy claro de una vez por todas.
Probablemente, en realidad, con frecuencia no logramos lo que nos proponemos, porque nos hemos fijado una meta que rebasa por mucho nuestras aptitudes actuales. Si admitimos esto, ya tenemos el mejor prerrequisito pra adquirir, paso a paso, las habilidades necesarias para actuar en vez de llorar.