PARA REFLEXIONAR...
Nuestra sociedad concibe la ayuda como una obligación idealizada. El que ayuda es una persona buena y noble...
Ni una palabra sobre la dependencia que fomentamos en quienes hemos despertado esperanzas con nuestra ayuda; esperanzas que para nada estamos dispuestos a cumplir. Contemplando con exactitud, vivimos en una sociedad de dos clases: los indefensos y los que ayudan.
Nuestro muno está lleno de ayudantes dispuestos e todo momento a hacernos felices. Por lo menos, nos lo prometen y nosotros caemos ciegamente en estas promesas...
Una cosa está fuera de dudas: mientras más a menudo dejamos que nos ayuden, más indefensos nos volvemos.
En vez de preguntar siempre "¿Quién me ayuda?",deberíamos plantearnos la pregunta "¿Qué puedo hacer a tiempo para no necesitar, en primer lugar, en absoluto, la ayuda ajena?"