AMORES COMPROMETIDOS

02.11.2013 16:42
Un amor...un verdadero amor, es francamente comprometido. Si no existe algún tipo de acuerdo y corresponsabilidad entre los amantes, difícilmente podemos hablar de amor y, llegado a este punto, podemos entrar en el terreno  de las confusiones.
 
Hoy más que nunca, la sociedad despliega una infinidad de modelos amorosos: con convivencia domiciliaria, sin ella, con o sin hijos, con cuentas comunes o separadas, con contratos civiles y religiosos o sin ellos, uniones libres, etc., valdría la pena no confundir el compromiso con un estilo de vida en común. 
Pero...¿cómo definir el compromiso sin que se sienta la falta de libertad? Muy sencillo, compromiso es estar disponible para el otro, en ciertos acuerdos pactados, no impuestos, en algunas renuncias inevitables, pero que sean asumidas de forma diferente al castigo o al sacrifico.
 
Un amor que asume un involucramiento, que no implique la voluntad de los amantes ni se aventure con cierta responsabilidad, no es amor. No podemos prometer amor eterno, pero sí podemos comprometernos a cuidad el amor que nos tenemos, a encontrar la manera de conservarlo y hacerlo crecer. 
Las relaciones amorosas presentan altibajos y el compromiso es indispensable, tanto para atravesar periodos difíciles como para disfrutar tiempos buenos. Si lo desdeñamos, es casi imposible que una relación perdure, pues la intimidad y la pasión tienden a fluctuar, pero un compromiso razonable puede mantener activa la relación por mucho tiempo. 
 
Las personas cambiamos, de hecho, crecer significa cambiar a través del tiempo, y aunque nos comprometamos con alguien, no le podemos asegurar que siempre seremos iguales, que nos gustarán las mismas cosas.  La mejor manera de conservar el compromiso, además de cultivar la intimidad y la pasión, es actualizando la relación periódicamente: un planteamiento abierto de qué cosas pueden seguir igual y cuáles negociarse. 
Esto implica aprender a manejar diferencias y conflictos en pro de ser asertivos y defender lo que deseamos, no de forma testaruda, sino, congruente y coherente.